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martes, 29 de junio de 2010

Perdida



Es raro cuando vas a la playa y realizas la actividad inversa a la mayoría. En vez de leer mientras tomas el sol, sacas tu libreta y empiezas a escribir. Es un buen lugar para encontrar la inspiración.

Cuando aún mis páginas estaban en blanco, por mi toalla empieza a deslizarse una pelota pequeña, de esas pelotas duras que cuando botan lo hacen con tanta fuerza que no sabes que dirección tomará. Ya se sabe, y lo dicen la mayoría de manuales de autoescuela que detrás de una pelota siempre hay un niño. En este caso era niña, no superaba el medio metro. Morena, muy morena, como si toda su vida transcurriera en las playas de Cambrils. Sus ojos azules como el mar y su pelo rubio, quemado por el sol y alborotado a causa de sus juegos en la arena.

Ella se acerca, coge la pelota y me mira. Esta extraviada, pues su cara y su ojos casi llorosos mirando el horizonte así lo indican. Va en busca de una madre que por alguna razón incomprensible la ha perdido de vista.

Por un momento me mira de nuevo. En mi no encuentra la respuesta a su búsqueda. Así que gira la mirada hacia atrás, vuelve a mirar hacia delante y continúa la marcha en dirección norte.

Minutos más tarde, vuelvo a toparme con la misma expresión en cara y ojos. De nuevo alguien que mira al horizonte. A ese horizonte al que estoy tan acostumbrado. El mismo moreno, el mismo rubio, los mismos ojos. Pero esta vez supera el metro y medio. La mujer se derrumba delante de mí. No consigue encontrar a su hija.

Cuando por fin consigue salir de su acongojo gira la mirada hacia mi toalla y le digo:
- ¿Tal vez has perdido a alguien?
- (Ella asiente con la cabeza).

y entonces respondo:
- Posiblemente este jugando en aquel castillo de arena.

Cuando por fin mira a lo lejos y consigue localizar a su hija, su cara pasa en cuestión de segundos de la tristeza, a la alegría y de la alegría, al enfado.

jueves, 17 de junio de 2010

Carta del mestre


Recordo el primer dia que vaig arribar a aquesta escola. La meva situació no era fàcil, acabava de sortir d’una relació i per moments em trobava sol i descol•locat. Em van donar a escollir. Us vaig escollir. Us vaig escollir perquè pensava que necessitàveu la meva ajuda. Però, necessitava jo més la vostra ajuda. I és que com dic sempre, vosaltres heu après molt de mi, però jo també de vosaltres.

Entre les matemàtiques, la plàstica, el medi, el castellà, el català, la informàtica i demés histories, heu après que a la paperera només va una persona. Que l’ordre dels factors no altera el producte. Que quan es diuen les coses, s’han de complir. Que quan tinc un zero al quocient, sempre baixo la xifra següent. Que Oscar sempre sap i sabrà com s’ha de tornar després de fer informàtica. Que a casa de Melania, i no t’enfadis que és broma, viuen en el món al revés. Que sempre s’agafa abans a un mentider que a un coix i que quan dic que és possible que això surti al control, ja sabeu que sortirà.

Ahir em van escriure una carta, deia que era un mestre que us deixava jugar i que explicava les coses molt bé. Que sempre estava dient dites, refranys i acudits i que tota la classe reia i aprenia alhora. Aquesta carta tenia una pregunta que a continuació contestaré, perquè ja sabeu, que tot el que pugui contestar ho faré. La pregunta deia que si me’n recordaré de vosaltres. I sí, i tant que me’n recordaré. No us podré oblidar mai perquè...

De vosaltres mai podré oblidar per exemple, els crits d’Emma, els cucs de seda de Yaiza, les bromes d’Antonio, l’obsessió pel Barça de... Jordi. La goma feta miques d’Ivan, la geometria de Victor, les postures de Javier a la cadira, els ulls d’Anais, els cargols de Sonia, els empipaments d’Andrea que sempre acaben en un somriure. La ment d’Anna, l’absència de Carla, els jocs de Javi, els Pokèmon de Jose Luis i els son Gokus d’Agustín. L’alegria de Sonia Ramirez, la delicadesa de Judith, la tranquil•litat d’Angelo i el fitxatge d’última hora del Dani. El cabell de Jeannette, el somriure de Sandra, la curiositat d’Abdel, el cor de Melania i de l’últim de la llista però no menys important, Oscar.

Gràcies per haver-me ensenyat tant. Gràcies per fer-me superar-me dia a dia. Perquè part del meu treball el feu vosaltres. Gràcies per haver-me fet millor mestre. I Gràcies per haver sigut els meus alumnes.

Us desitjo per al curs que ve un milió de somriures, la meitat d’excel•lents i un quart de motivació que us ajudi com a mi, a superar tot el que us proposeu.

El curs que ve no estaré amb vosaltres. Però m’heu demostrat que si voleu ho podeu fer tot molt bé. Desitjo que d’aquí uns anys ens trobem, vosaltres més grans, jo més vell, i em digueu. Què bé que m’ho vaig passar amb tu!

Per fi, i en veu ben alta puc dir que hem aconseguit ser el millor quart C. M’alegro infinitament d’haver format part de la vostra vida.

Us estimarà sempre. El vostre mestre.

jueves, 10 de junio de 2010

Cuando menos te lo esperas.


Después de un fin de semana movidito son casi las 9 de la noche. Pedro vuelve a llegar tarde. Yo no le digo nada para que no se me enfade. Pues me recoge en casa y no se lo merece.

Subimos al coche y partimos hacia Tarragona como un fin de semana más. Durante el trayecto hablamos sobre lo acontecido el fin de semana. Él me cuenta cosas sobre la celebración de su cumpleaños. Yo por otro lado le hablo de la fiesta del viernes y del sábado.

La fiesta del sábado fue algo loca. Fui de aquí para allá. Una buena amiga con contactos nos llevaba arriba y abajo. Cogiendo taxis sin parar por Valencia, descubriendo lo que la noche valenciana nos deporta. Cada hora que pasaba nos ibamos encontrando con más personajes del inframundo, que alcoholizados, daban rienda suelta a sus deseos más oscuros. Entrada bien la mañana nos despedimos. Ella se va a su casa y yo evidentemente a la mia.

Fin de la historia.

Cuando nos quedamos ya sin conversación, Pedro sube la música. Oímos el último cd de Pignoise y Despistaos. A consecuencia del desgaste realizado el fin de semana poco a poco noto como mis ojos se cierran. Entro en plácido sueño. Repaso mentalmente el fin de semana. Sonrio en silencio. Todo esta tranquilo. Ha sido un fin de semana genial.

De repente, un golpe fuerte me despierta. Abro los ojos, y como si de una película se tratase veo como el coche esta sin control. Zigzaguea de izquierda a derecha, sin rumbo, esquivando los quitamiedos de la carretera. No hay tiempo para pensar. Sólo oigo el ruido del coche derrapando y veo como Pedro se desespera intentando dirigir la máquina descontrolada. Sólo espero recibir el golpe inevitable. Entonces, afortunadamente, el coche se para. Respiramos, nos miramos y le pregunto que ha sucedido. Hemos atropellado un jabalí.

Parados en la cuneta, solos y sin casi visibilidad pensamos qué hacer. Lo mejor, continuar la marcha hasta la estación de servicio. Una vez allí y con el coche inservible, empezamos a pensar en lo sucedido. En la suerte que hemos tenido de haber salido ilesos del accidente. En ese momento, es cuando piensas que la vida es así. Cuando menos te lo esperas te vas.