Una conversación en la que hablaba sobre mi blog.
- ¡Estoy enfadado contigo!
- ¿Y eso por qué?- pregunté yo.
- Porque has dejado de escribir en el blog. Y lo hacías muy bien. Me hacías sentir.
- Lo siento tio. He perdido las inspiración.- bajé la cabeza con resignación.
- Tu inspiración era Laura y eso es lo que has perdido.
- ¡Que dices!- le contesté intentando esconder la verdad que había descubierto.
[...]
Hoy volviendo en el coche lo comprendí. Te había olvidado, y había olvidado porque hacía lo que hacía. Una música me acompañaba. Gotten del último cd de Slash sonaba. Subí el volumen y entendí que todo aquello se había acabado y que ahora ya podía abrir otra puerta y dejarte, ahora a ti, entrar.
- Aún me quedan pasos por andar. No todo se ha acabado.- pensaba.
Entré en casa y me senté en el sofá. No pude evitarlo y miré de frente itentando buscar el infinito. Harto de mirar el cuadro con tu nombre en la pared, lo cogí y lo lancé con toda mi rabia contra el suelo. Al caer los cristales se hicieron añicos. Uno de ellos saltó en mi temblorosa mano. El cristal me había cortado y empezaba a sangrar. La sangre se deslizaba por mi mano hasta llegar a la punta de mis dedos.
En el suelo ya, tu nombre se manchaba con mi sangre. Solo podía llorar, ya no habia solución. Jamás podría volver a colgarlo en la pared. Pensaba desesperado en cuan desgraciada era mi vida.
Deslice mi espalda por la pared y me quedé acurrucado en el suelo. Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza. Quería llamarla, quería saber de ella, quería que volviese a mi lado.
Mirar nuestras fotos no me devolvería a tu lado. Sabía que lo mejor para los dos era dejar que el tiempo corriese.
Ahora te quiero. Espero poder dejarte de querer, para poder seguir queriendo.
Te lo debía, amigo.