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domingo, 2 de octubre de 2011

Jugar a matar


Aquel bichejo enseñaba los dientes intentando dar una bocanada de aire mientras un balín de plástico le atravesaba el abdomen.

- Tienes buena puntería- decía la tía de un niño de 9 años que empuñaba una replica de una 9mm de plástico.

El niño volvió a disparar. El murciélago aún se movía, abría las alas intentando volar desesperadamente. Una niña de 6 años contemplaba la escena horrorizada y gritaba.

- ¡No le mates! ¡Es un ser vivo!

Y un niño de 4 miraba más la pistola que al bichejo, ahora ya falto de vida tras el último disparo del primero. Su tía después de ver la escena se marcha en dirección a casa como si todo lo allí acontecido fuese normal y no tuviese ninguna importancia.

- ¡Aleee! ¡Vamos a comer!- impera la tia a sus tres sobrinos dándoles la espalda ya camino a casa.

Mientras el niño y la niña pequeños se alejan de la escena de aquel simple crimen, el niño de 9 mira el murciélago ya sin vida y lo toca con el pie para asegurarse de que esta muerto. Cuando ve que ya no hay nada que hacer y que se ha quedado solo, se marcha con el resto.


Esta escena la contemplaba yo, atraves de la cortina de la ventana de mi cocina mientras comía unos deliciosos macarrones hechos el día anterior. Como el que mira en el telediario la noticia de un ataque bomba en Palestina, en el que aparecen cuerpos desnudos y mutilados por una explosión. Ni te inmutas mientras comes. Pero aun así, reflexionas sobre lo ocurrido y piensas en lo ético de comprarle a un niño un juguete en forma de arma de fuego. Se me retuerce el estomago de pensar en que existen países en los que hay niños que empuñan armas de fuego y son utilizados como soldados.

Estaba mas horrorizado por momentos que la niña de 6 años que pedía clemencia para el murciélago. Eso me hizo reflexionar y pensar en mis futuros hijos y en sus juguetes.

Y mientras pensaba, el niño de 9 años volvió a aparecer de repente, mientras yo ponía mi plato de macarrones a remojo. Y por si no había tenido bastante volvió a disparar contra el murciélago vaciando así el cargador de su pistola de plástico.



(Hace unos días, de camino al trabajo, una madre llevaba de la mano a su hijo a la escuela. En la otra, el niño, empuñaba una Colt 45 que no paraba de disparar en todas direcciones.
Cuando me vió. Me miró, apuntó guiñando el ojo y disparó.)