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viernes, 6 de agosto de 2010

Lo veo y subo


La partida estaba ganada. Tenía un full (dos reinas y tres jotas). Lancé mis cartas y solo faltabas Tú. Cuando vi tu poker sobre la mesa no me lo podía creer. Había perdido la mitad de mis fichas, pero había ganado una compañera y contrincante.

Día a día, noche a noche, nos juntábamos en la mesa 203 para disfrutar del vaivén de las fichas e intentar en una unión malévola desbancar a nuestros oponentes.

Apenas había visto una foto tuya, un nick y tu ciudad. Lo siguiente fue cotillear tu facebook. Ya sabía algo más de ti. Me decías que trabajabas en un restaurante, que tus horarios eran raros y que estabas cansada.

Así fue lo nuestro. Sólo letras, sólo cartas. Y cuando se acabo el Poker, se acabo la relación.

Meses más tarde y después de un control exhaustivo de la guardia civil en el aeropuerto para acceder al embarque del avión que me llevaría a Tenerife, mi madre dice de comprar agua antes de subir al avión. Mientras ella se dirige a pagar, veo como tú estás en la caja cobrando. Me hago el despistado y miro en otra dirección. Es mi primera y mas primitiva reacción. Pero por el rabillo del ojo veo como me reconoces. Cuando mi madre se decide a acercarse a ti y pagar te vas. Pones la excusa que tienes que entrar dentro y tu compañera te substituye para cobrarnos.

Después de pagar casi 6 euros por dos botellas de agua de medio litro nos sentamos en una mesa cercana a la caja. Tú vuelves justo un cliente después que nosotros. Mi madre no se percata de lo que pasa, mientras yo sonrío sin poder evitar pensar en aquellas partidas de Poker que jugabamos en Internet.

Ahora ya se más de ti. Trabajas en el aeropuerto y no me quieres conocer. Porque en la red no existe el físico. Son sólo palabras. Es algo así a como cuando lees un libro y te imaginas e idealizas al personaje principal de la historia. Y así tiene que ser.

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