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jueves, 17 de enero de 2013

Después de comer (III)



Como era de esperar, los macarrones estaban deliciosos. Cogí mi plato apurado y lo llevé a la cocina. Mientras tanto mi madre acababa de comer y conversaba con mi padre sobre cómo estaba el campo. Según él este año habría buena cosecha. Yo, tenía una oreja puesta en su conversación y la otra en el Inspector Gadget que acababa de empezar en Televisión Española. ¡Qué tiempos aquellos en los que hacían dibujos después de comer! Ya había visto el capítulo, y sabía que de nuevo no le vería el rostro a Dr. Gang y que sería de nuevo la sobrina del inspector, Sophie, la que resolvería el caso junto con su perro, superinteligente, Sultán. Es por ello que en mi cabeza seguía el mismo pensamiento. Qué o quién era Garrampón.

Al poco de acabar de comer mi padre se marcha a echar la partida de cartas al bar. Y es entonces cuando mi madre decide sentarse a mi lado.

- ¿Quién es Garrampón? -pregunto por nonagésima vez.

- ¡Aaaayy hijo! -esboza una sonrisa.- Garrampón era el dueño de la casa y de las tierras para las cuales trabajaba tu padre y toda su familia cuando vivía en Cenizate. Toda tu familia paterna vivía en su casa y trabajaban para él. Allí vivían, tu padre, sus hermanos, sus primos, tus abuelos y tus bisabuelos. Tu bisabuela pronto se quedó viuda. Su marido, tu bisabuelo, que se llamaba Juan Francisco se fue a la guerra y nunca volvió. De forma que tu bisabuela, la abuela María, se convirtió en una especie de ama de llaves de la casa.

- ¿Y qué es una ama de llaves? -pregunté yo.

- Un ama de llaves es algo así como una criada, además de hacer las labores domésticas, también se encarga de dirigir al resto de trabajadores de la casa. Dicen "las malas lenguas" que Garrampón siempre fue un hombre soltero, aunque curiosamente ese no era su nombre, era su mote. Su nombre verdadero era Juan Francisco también. Y que de alguna forma mantenía una relación con tu bisabuela. Cosa que nunca se llegó a demostrar. Por eso, hay gente en el pueblo que cree que parte de tu familia no es familia directa de tu bisabuelo Juan Francisco, sino de Garrampón. Además todo se lió un poco más cuando Garrampón murió.

- ¿Qué pasó entonces mamá? -estaba superintrigado.

- Pasó que al morir Garrampón y no dejar testamento. Sus sobrinos heredaron la casa y todas sus tierras. En seguida ellos quisieron venderlas. Y vinieron al pueblo con la intención de hacerlo. Fueron días muy duros para tu familia, ya que la mayoría pensaba que en cuanto vendiesen las tierras y la casa, ellos se quedarían en la calle y sin nada.

- ¿Y entonces qué pasó?

-Pasó que al llegar los sobrinos a la casa empezaron a hacer todos los papeles de la vivienda y las tierras y las pusieron a la venta. Además pusieron a tu familia una fecha tope para abandonar la casa. Mientras tanto el único trabajo de tu familia era recoger y vaciar las pertenencias de Garrampón donde ellos quisiesen y buscar un lugar para guardar las suyas propias. ¿Pero hubo una casualidad?

-¿Qué casualidad? -aquel argumento ya me parecía de película de misterio.

-A tu padre y a sus hermanos les encomendaron un trabajo poco duro ya que eran los más pequeños de la familia. Tenían que vaciar la biblioteca de Garrampón y deshacerse en la medida de lo posible de parte de los libros que allí hubiese.

Y allí estaba mi padre. En aquella biblioteca en la que tantas veces había estado en su infancia. Desmantelándola, vaciando estantería a estantería. Libro a libro. Primero, se deshicieron de todos los libros que se encontraban en los estantes más bajos para más tarde coger la escalera y comenzar con los más altos. Mi padre por un momento recordó el libro de animales. Recordaba en el estante en el que se encontraba. Cogió la escalera sin que nadie se diese cuenta. Su intención era robar el libro. No quería deshacerse de ese recuerdo. Quería conservarlo fuese como fuese. Lo iban a perder todo, pero él seguía queriendo el libro de Zoología que de tantos males le había salvado. Subió hasta el último estante y lo cogió. Bajo rápidamente de la escalera y escondió el libro debajo de la cama de su habitación.

Por la noche, cenaron todos juntos algo que había preparado mi abuela María. La tensión se mascaba en el ambiente. Mi familia estaba perdida. No sabían qué sería de sus vidas. En cuanto los niños acabaron sus cenas se dirigieron a las habitaciones. Mi padre entró en la habitación junto con sus hermanos. Por un momento no pensó decirles nada, pero no podía guardar el secreto por más tiempo. Así que sacó de debajo del colchón el libro de Zoología. Todos lo conocían, porque en algún momento Garrampón los había llevado a la biblioteca y les había contado historias sobre animales desconocidos. Sopló la tapa para retirar el polvo acumulado y en un corro junto a sus hermanos se dispuso a abrir el libro. Iba pasando las páginas mientras todos admiraban las imágenes que allí se veían. De pronto, en el centro había unas cuantas hojas escritas en algo parecido al papel moneda. Estaban asombrados, no sabían de la existencia de aquel documento y por supuesto, tampoco lo entendían. Lo guardaron con sumo cuidado y al día siguiente se lo mostraron a mis abuelos.

- ¿Qué era ese documento mamá?

- Pues hijo, era el testamento de Garrampón. Durante días hubo un gran revuelo en tu casa y las casas vecinas. Tuvieron que comprobar que el documento era verdadero. Vino hasta un notario de la ciudad porque Garrampón había dejado parte de su herencia a sus sobrinos. Pero lo que nadie esperaba ni podía imaginarse es que la otra gran parte, parte de la casa y parte de las tierras las dejó en herencia a tu bisabuela María y por lo tanto, a toda tu familia. Incluyendo a tu padre.



A mis padres.

3 comentarios:

Ngomis dijo...

qué cercanas me suenan esas palabras y al mismo tiempo ya tan lejanas...abuelo "Garrampón", abuela María, la casa donde vivimos la infancia...Al leerlas siguen estando vivas, siguen estando AHÍ.

Hacedor de Nubes dijo...


Me han encantado las historias que escribes, me parecen de una profundidad y una calidad impresionantes, no se porque no lo haces mas a menudo. He disfrutado mucho con esta y con las demás, me han conmovido.

Un abrazo Juan. Salut.

Rubén.

Anónimo dijo...

Si la historia es cierta no debirias dejar de escribir es genial!!
Un saludo